miércoles, 21 de julio de 2010

Tiempo

Bendito sea el “tiempo” Adán, él suaviza dolores, enojos, desdenes, odios, por eso cuando la cólera o el pesar nos domine, debemos saber callar, pues luego vendrá el tiempo en nuestra ayuda y aplacará el enojo, mitigará la pena, dejemos que él, el milagrero de la vida, tienda su manto benefactor en nuestro corazón.

Jamás procuremos vengarnos, nunca nos precipitemos, evitemos siempre las actitudes dramáticas, esperemos siempre Adán, pues el tiempo, exelente consejero, ha de fijar rumbos, ha de sugerirnos soluciones.

Refugiémonos en el tiempo.

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